lunes, 14 de septiembre de 2020

Adictos al juego: Razones y daños

 

¿Sabías que la adicción al juego es una de las adicciones psicológicas más destructivas? En este caso, hablamos del juego patológico. El juego patológico se observa por la incapacidad que tiene la persona de controlarse, hasta tal punto que el mero jugar se convierte en algo irresistible que altera diferentes facetas importantes de la vida.

El juego deja de ser un juego cuando empieza a ser el centro de nuestras vidas, cuando perdemos el control y somos incapaces de dejarlo, incluso si deseamos parar, pero ya resulta imposible. En ese momento podemos defender que se ha instaurado un hábito con mucha fuerza, tanta que nos podemos sentir incapaces de abandonarlo.

No obstante, jugar a las apuestas por ejemplo no es algo nuevo y en nuestra cultura se promueve la afición a los juegos de azar desde hace tiempo, ejemplos de ellos son las loterías o las quinielas. También nos parecen entretenidos los juegos de habilidad como jugar a las cartas y es algo normal, pero, ¿cuándo nos volvemos dependientes del juego? El paso de un juego razonable al patológico no siempre es lineal, pero hay indicadores que pueden alertarnos:

A.     Gastar más dinero del que teníamos pensado

B.     Apostar con la finalidad de recuperar lo que hemos perdido

C.      Seguir jugando incluso cuando hemos perdido reiteradamente

Además, la persona adicta al juego puede tener otros motivos:

A.     Tener relaciones sociales o escapar del aburrimiento

B.     Ganar dinero, aunque el resultado final no es el esperado y acaban perdiéndolo

C.      Evadirse de los problemas, pero el juego no hace más que aumentarlos

D.     Obtener altos niveles de excitación, aspecto que favorece la pérdida de control

E.      Fidelidad a un hábito, a una costumbre, aunque sea gravemente perjudicial

De hecho, el daño se expande en muchos ámbitos:

Ámbito personal

Ámbito económico

Ámbito familiar

 

Las consecuencias del juego en el resto de ámbitos genera un potente malestar generalizado que se puede ver acompañado por el consumo inapropiado de alcohol

 

 

Jugar sin medida implica contraer deudas y una condición de vida muy penosa, causando a menudo estafas y robos para solventar la ruina

 

La dedicación que recibe el juego hace que las necesidades de las personas más cercanas como las de la pareja o las de los hijos queden desatendidas

Ámbito laboral

Ámbito social

Ámbito de leyes

 

El juego causa que el rendimiento en el lugar de trabajo se resienta, deteriorando la responsabilidad laboral hasta el despedido

 

 

El tiempo se invierte en el juego, provocando el aislamiento social y el abandono de las antiguas relaciones de amistad

 

La necesidad de seguir jugando conlleva a “tomar prestado” muchas cosas y en consecuencia a tener serios problemas con la justicia


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