Sería ideal que todo el mundo tuviera la facilidad de dar
buenas respuestas en cualquier conflicto, salir victoriosos de cualquier
situación, pero la realidad es que a veces nos resulta complicado manejar un
tema con el uso de las palabras. De ahí que existan problemas de asertividad.
La asertividad puede definirse como la capacidad de
autoafirmar nuestros derechos sin manipular ni ser manipulados y a continuación
se exponen las principales causas que han impedido o dificultado su uso.
A. Nunca aprendimos a ser asertivos, y si lo aprendimos fue erróneamente
Se trata de conductas, o de habilidades, que se aprenden
formando un hábito o patrón de comportamiento y de relación. La asertividad es
algo que se aprende por la imitación y el refuerzo del entorno. El ambiente nos
proporciona modelos de comportamiento que a la vez premian o castigan nuestra
forma de actuar y es posible que en nuestra historia de aprendizaje sucediera lo
siguiente:
·
Castigos sistemáticos de nuestras conductas
asertivas
·
Refuerzos insuficientes sobre nuestras conductas
asertivas
·
Dificultad para valorar los refuerzos sociales y/o
discriminar respuestas asertivas
·
Refuerzos sistemáticos de nuestras conductas
agresivas o de sumisión
Si vivimos o interpretamos que vivimos situaciones muy
ansiosas, es posible que quedemos condicionados, que reaccionemos con ansiedad
hasta tal punto que incluso experiencias parecidas a las del pasado se verán
afectadas y harán mella en nuestra asertividad.
C. Aprendimos sobre la asertividad, pero no conocemos o rechazamos nuestros derechos
La educación a menudo no ha facilitado la asertividad, más
bien la obediencia sin rechistar. Consiste en una pedagogía donde se premia el
estar callado y la no expresión de nuestros derechos, eso es “ser educado”.
Posibles consecuencias de esta autoridad son el sentimiento de inferioridad, el
pensar en uno mismo como acto de egoísmo y una de las mayores vergüenzas está
en cometer errores y fallos. Educar promoviendo la necesidad de ser agresivos,
de destacar más que los otros, en pisar para ganar, es el otro extremo y
también perjudica en nuestra forma colectiva de entender los derechos asertivos
de la gente.
D. Aprendimos a ser asertivos, pero los pensamientos impiden actuar asertivamente
Aceptamos una serie de creencias irracionales y las hicimos
nuestras exagerándolas, una serie de convicciones arraigadas que dicen qué
necesitamos imperiosamente, qué es importante para ser feliz, guiando nuestro
comportamiento rígidamente y provocando un sufrimiento innecesario. Sin querer,
seguimos unas máximas que interfieren en la conducta asertiva, unas máximas
como las siguientes podrían limitar nuestra expresión y el respeto hacia los demás.
Máximas que defienden la sumisión |
Máximas que defienden la agresión |
-No debo
hablar sobre mis sentimientos -Necesito
gustar a todo el mundo -Debo evitar
los conflictos como sea |
-La gente
debe estar de acuerdo conmigo -Debo
defenderme de los demás -Es injusto
que no me traten bien |
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