jueves, 20 de agosto de 2020

¿Por qué cuesta defender nuestro punto de vista?

 


Sería ideal que todo el mundo tuviera la facilidad de dar buenas respuestas en cualquier conflicto, salir victoriosos de cualquier situación, pero la realidad es que a veces nos resulta complicado manejar un tema con el uso de las palabras. De ahí que existan problemas de asertividad.

La asertividad puede definirse como la capacidad de autoafirmar nuestros derechos sin manipular ni ser manipulados y a continuación se exponen las principales causas que han impedido o dificultado su uso.

A.     Nunca aprendimos a ser asertivos, y si lo aprendimos fue erróneamente

Se trata de conductas, o de habilidades, que se aprenden formando un hábito o patrón de comportamiento y de relación. La asertividad es algo que se aprende por la imitación y el refuerzo del entorno. El ambiente nos proporciona modelos de comportamiento que a la vez premian o castigan nuestra forma de actuar y es posible que en nuestra historia de aprendizaje sucediera lo siguiente:

·        Castigos sistemáticos de nuestras conductas asertivas

·        Refuerzos insuficientes sobre nuestras conductas asertivas

·        Dificultad para valorar los refuerzos sociales y/o discriminar respuestas asertivas

·        Refuerzos sistemáticos de nuestras conductas agresivas o de sumisión

     B.     Aprendimos a ser asertivos, pero la ansiedad nos frena

Si vivimos o interpretamos que vivimos situaciones muy ansiosas, es posible que quedemos condicionados, que reaccionemos con ansiedad hasta tal punto que incluso experiencias parecidas a las del pasado se verán afectadas y harán mella en nuestra asertividad.

C.      Aprendimos sobre la asertividad, pero no conocemos o rechazamos nuestros derechos

La educación a menudo no ha facilitado la asertividad, más bien la obediencia sin rechistar. Consiste en una pedagogía donde se premia el estar callado y la no expresión de nuestros derechos, eso es “ser educado”. Posibles consecuencias de esta autoridad son el sentimiento de inferioridad, el pensar en uno mismo como acto de egoísmo y una de las mayores vergüenzas está en cometer errores y fallos. Educar promoviendo la necesidad de ser agresivos, de destacar más que los otros, en pisar para ganar, es el otro extremo y también perjudica en nuestra forma colectiva de entender los derechos asertivos de la gente.

D.     Aprendimos a ser asertivos, pero los pensamientos impiden actuar asertivamente

Aceptamos una serie de creencias irracionales y las hicimos nuestras exagerándolas, una serie de convicciones arraigadas que dicen qué necesitamos imperiosamente, qué es importante para ser feliz, guiando nuestro comportamiento rígidamente y provocando un sufrimiento innecesario. Sin querer, seguimos unas máximas que interfieren en la conducta asertiva, unas máximas como las siguientes podrían limitar nuestra expresión y el respeto hacia los demás.

Máximas que defienden la sumisión

Máximas que defienden la agresión

-No debo hablar sobre mis sentimientos

-Necesito gustar a todo el mundo

-Debo evitar los conflictos como sea

-La gente debe estar de acuerdo conmigo

-Debo defenderme de los demás

-Es injusto que no me traten bien


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