La muerte de un ser querido es una experiencia dolorosa, e
irremediablemente la inmensa mayoría de nosotros la afrontaremos tarde o
temprano. En la medida en que más amamos a esa persona, más nos duele su
pérdida. Aún así, elaborar un duelo puede enriquecernos de algún modo,
ayudándonos a madurar y a crecer. En otras palabras, el duelo puede
entenderse como un proceso transformador de duración limitada (1 ó 2 años).
Perder a un ser querido no deja de ser una ruptura, más o
menos inesperada, con lo que era nuestra vida, de cómo la entendíamos. Consiste
en un proceso normal, que nos obliga a ir aceptando la nueva realidad hasta
adaptarnos a este nuevo mundo con su ausencia.
El duelo suele seguir una evolución hasta la superación
de la pérdida, se trata de una reacción psicológica adaptativa. Si somos
capaces de recordar al ser querido sin experimentar un dolor intenso, podemos
defender que nuestra vida sigue hacia delante, guardando un recuerdo entrañable
de lo que vivimos juntos e invirtiendo nuestra energía en la existencia actual.
Por ello, la pérdida no debe entenderse como algo
básicamente negativo. Cuando elaboramos el duelo, estamos transformando el
dolor en amor hacia esa persona, y podemos madurar como seres humanos. Es
innegable que ocasiona un terrible sufrimiento, pero el duelo ayuda a la
adaptación, nos prepara para continuar nuestro camino incluso sin la presencia
de ese ser querido, pues el vínculo afectivo se conservará.
Es comprensible que genere sufrimiento, un sufrimiento que
ciertamente es saludable, acorde con la experiencia. No obstante, hay
personas que pueden vivir un duelo complicado o incluso otros
trastornos.
La intensidad y la duración del duelo pueden variar mucho
para cada persona, haciendóse difícil generalizar. Sin embargo, existen una
serie de factores que impactan en la manifestación del duelo
· Características del doliente
· Circunstancias de la muerte
· La calidad de la relación
· La intensidad de la unión
· La presencia de conflictos sin resolver
· La edad del fallecido
En el caso del duelo complicado, la intensidad y la
duración de las reacciones son mayores. Los sentimientos de culpa pueden
ser muy absorbentes, los reproches no disminuir, la tristeza o la rabia retener
y esclavizar, impidiendo el avance hacia la recuperación. Ante esta situación
es recomendable buscar un asesoramiento terapéutico especializado en duelo.
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