Vivimos tiempos de incertidumbre y es muy habitual, y de
hecho más que nunca, consultar al médico de atención primaria y a los
psiquiatras por temas relacionados con el malestar emocional y los trastornos
psicológicos.
En consecuencia, se recetan grandes cantidades de
ansiolíticos y de antidepresivos a la población, y aunque parece que no
resuelvan el problema, y por tanto las quejas de aquellas personas que buscan
ayuda no disminuyen, se sigue defendiendo la estrategia de medicalizar el sufrimiento
humano, de no sentir dolor a través de una pastilla.
Así consumimos medicinas y recursos sanitarios sin
encontrarnos del todo bien, sin sentirnos del todo mal. Paradójicamente, vivir
hoy en día en una sociedad del bienestar implica sufrir más miedo, más ansiedad
y más fobias que nunca. Se observa como aumenta el consumo de dichos
psicofármacos, pero también como se disparan los casos de ansiedad y depresión.
España, de hecho, es uno de los países que más uso
incorrecto hace de los psicofármacos, probablemente para alcanzar la felicidad
ansiada, pero la medicación no es un camino en este sentido existencial.
Este panorama sobre el funcionamiento sanitario de la
atención primaria y psiquiatría es alarmante. Parece increíblemente fácil
adquirir fármacos ansiolíticos i antidepresivos y su recomendación se hace tal
vez a la ligera, independientemente de los efectos adversos que puedan
producir.
¿Cómo hemos llegado a esto?
“Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el
muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto. Vivimos en la
cultura del envase, que desprecia el contenido”.
Eduardo Galeano
El mundo actual, artificial y globalizado influyen una serie
de factores que combinados provocan al menos en parte la gran cantidad de
emociones y sentimientos que consideramos negativos, sufrimientos innecesarios,
andando vacíos, pero con posesiones e insatisfacción. Estos factores son
básicamente
· Materialismo: necesidad de nadar en la abundancia y acumular
· Hedonismo: necesidad de sentir placer y bienestar
· Consumismo: necesidad de comprar sin medida y sin control
Todo esto contribuye a deshumanizarnos, a olvidarnos de lo
que somos, haciéndonos sentir más confundidos, despistados, enfermos,
insatisfechos y llenos de malestar en pocas décadas. En nuestra sociedad se
promueve el sentirse bien contraponiéndose al sufrir, siendo lo primero
entendido como algo normal y lo segundo como algo enfermizo.
Mi conclusión es que sentirse bien no puede seguir siendo
nuestra guía general sobre salud mental, el mundo desarrollado debe dejar de
ser la fábrica de trastornos psicológicos, los problemas no necesitan más
parches. ¿Es que acaso no sabemos sufrir y vivir con ello?
No hay comentarios:
Publicar un comentario