Durante las discusiones se pueden observar ciertas indicios que permiten identificar si la relación peligra y son las siguientes:
A. Encuentro violento
Se inicia y mantiene una discusión cimentada en acusaciones,
ironías y otros comportamientos agresivos. El resultado es que el otro percibe
que sus sentimientos han sido heridos y finalmente se provoca un
distanciamiento entre los miembros de la pareja. En este sentido, la discusión
no se basa en entenderse con el debido respeto y eso crea sentimientos de
negatividad hacia la pareja.
B. Los cuatro jinetes del apocalipsis
- Críticas destructivas: Se caracterizan por culpabilizaciones, por ir cargadas de etiquetas, tonos y palabras innecesarias y despectivas que ofenden y denigran la integridad de la persona. También se puede detectar por ser una crítica que no aporta una información concreta y el miembro que la realiza no se encuentra con una actitud ni de empatía ni de colaboración.
- Desprecio: Hablamos de desprecio si después de recibir la crítica, uno intenta aceptarla, buscar soluciones y el otro responde con sarcasmos y escepticismo, haciendo que aparezcan sentimientos de ofensa y frustración.
- Actitud defensiva: Se trata de una actitud que no solo no ayuda a encontrar soluciones, sino que además empeora las cosas. Distancia a los miembros de la pareja provocando que la otra persona se sienta culpable y que capte que las responsabilidades de mantener una buena relación están muy mal repartidas.
- Actitud evasiva: Se puede dar el caso cuando un miembro de la pareja tiene la verdadera emergencia de formular una queja y el otro responde con indiferencia, sin empatía, apartándose. En definitiva, que no escucha, y esto produce sentimientos de rabia, pues se trata de una falta de consideración. Evitará una posible discusión, pero empeorará las cosas.
C. Sentirse agobiado
Si las discusiones muestran una excesiva negatividad, el que
escucha puede sentirse sobrepasado por las críticas y finalmente volverse sensible
a las dañinas palabras del otro miembro, siendo la reacción más natural la
evitación por encima de todo, detectando cualquier aspecto que le alarme y por
tanto reduciendo al máximo la comunicación de temas peliagudos.
D. Lenguaje corporal
En una discusión
también está presente el cuerpo y nos indica más de lo que creemos. Uno de los
miembros puede decir un par de cosas “amables” pero con un tono sarcástico y
los brazos cruzados. Ante una discusión es comprensible experimentar emociones desagradables
y si una discusión va en aumento es probable que nuestro estado corporal se vea
alterado y manifieste el malestar mediante gestos o expresiones faciales.
E. Intentos fracasados de parar la discusión
Cuando un miembro de la pareja
desea solucionar el problema que tienen entre manos, aceptando la crítica,
proponiendo ideas o reafirmando su compromiso con la finalidad de reducir la
tensión, el otro sigue actuando con hostilidad, insistiendo en discutir,
repitiendo ataques y acusaciones, haciendo que cualquier sugerencia
constructiva sea desgraciadamente inútil. Esto da lugar a mayor frustración,
pues el estilo de comunicación de la pareja le incomoda, y conduce a ponerse a
su nivel (atacar) o a evadirse de dicha circunstancia (huir).
F. Malos recuerdos
Las parejas que se ven inmersas en una tormenta de
conflictos tienden a recordar las experiencias malas, tiñen de negatividad su
historia de pareja incluyendo los momentos en los que quizá sí eran felices. De
esta manera, se ve que las malas relaciones en el presente no sólo repercuten
al futuro, sino que también modifican el recuerdo del pasado, siendo este un
espacio en el que hallar trapos sucios y todo un inmenso arsenal de acusaciones
y distribución de culpas que no hacen nada más que mantener el malestar entre
ambos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario