La psicología se ha interesado en estudiar los vínculos
afectivos, entre ellos el vínculo entre madre e hijo. Se defiende que, si los
niños se sienten seguros, tendrán la inclinación de explorar el entorno (sentimientos
de dominio) apartándose de su figura de referencia, y que cuando les suceda
algo, simplemente la buscarán, pues ella se mostrará accesible, atenta a sus
necesidades y se percibirá como la fuente de su consuelo (sentimiento de
pertenencia).
A partir de una serie de estudios, se midió el grado en que
los niños utilizan a sus madres como base segura desde la cual pueden
aventurarse en el entorno, y cómo son fuentes que alivian el estrés en un experimento llamado “situación extraña”. Consistió en un procedimiento de 3 fases:
Fase 1: Un niño pequeño
entra en una habitación con su madre. La habitación contiene objetos, juguetes llamativos
y una persona desconocida. Se estudia si el niño se motiva a explorar su
alrededor.
Fase 2: En unos minutos,
la madre se va de la habitación, de forma inesperada para el niño, dejándolo a
solas con el desconocido y se estudian las reacciones del niño.
Fase 3: Al poco tiempo, la
madre regresa y se observan los comportamientos y las nuevas reacciones
emocionales del niño.
Este procedimiento identificó 3 estilos diferentes de
apego:
A.
Apego seguro: Al inicio, los niños se ven
animados a explorar la habitación sin problema. Cuando sus madres se van, experimentan
angustia, desean su regreso y cuando vuelven están satisfechos, dispuestos a
compartir el juego, de seguir descubriendo el mundo.
B.
Apego ansioso – ambivalente: Des del
inicio los niños muestran dificultades para desprenderse de sus madres, no
acaban de tener la valentía para explorar por sí mismos. Cuando las madres se
van, también se sienten angustiados y molestos, pero cuando regresan, muestran
una dependencia insegura y no las pueden soltar.
C.
Apego evitativo: Des del inicio parece
que los niños tienden a evitar o incluso ignoran a sus madres. No muestran
muchas dificultades para separarse de ellas y empiezan a explorar. Cuando la
madre se va, manifiestan cierto sufrimiento, y cuando regresan reaccionan con
poco interés, prefieren jugar a solas en vez de con ella. A pesar de ser la inesperada
salida de la madre lo que causó su malestar, sus sentimientos de ansiedad no
parecen congruentes con la indiferencia del vínculo.
¿Es posible que la calidad de esos vínculos influya en la
construcción de la autoestima? ¿Qué diferentes estilos de apego en la
etapa infantil predicen algunas formas de autoestima? La teoría de Bowlby
sostiene lo siguiente
· Los niños con apego seguro suelen mostrar fuertes sentimientos de pertenencia y de dominio, contribuyendo a generar una autoestima elevada.
· Los niños con apego ansioso – ambivalente tienen un sentimiento de pertenencia, pero se angustian con facilidad, temen explorar el entorno y se constituye una autoestima baja.
· Los niños con apego evitativo desarrollan el deseo de explorar el medio ambiente por cuenta propia, pero carecen del sentimiento de pertenencia, pues no hay vinculación emocional con sus madres. Sin embargo, Foster, Kernis y Goldman (2007) concluyen en su investigación que la autoestima no se ve alterada.
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